martes, 13 de septiembre de 2011

Historia del Vanguardismo


Europa vivía, al momento de surgir las vanguardias artísticas, una profunda crisis, que desencadenó en la Primera Guerra Mundial y entonces, en la evidencia de los límites del sistema capitalista.

Si bien "hasta 1914 los socialistas son los únicos que hablan del hundimiento del capitalismo", como señala Arnold Hauser, también otros sectores habían percibido desde antes los límites de un modelo de vida que privilegiaba el dinero, la producción y los valores de cambio frente al hombre.

El resultado de esto fue la chatura intelectual, la pobreza y el encasillamiento artístico contra los que reaccionaron, ya en 1905, Picasso y Braque con sus exposiciones cubistas, y el futurismo que, en 1909, deslumbrado por los avances de la modernidad científica y tecnológica, lanza su primer manifiesto de apuesta al futuro y rechazo a todo lo anterior. Conocida es la frase de Marinetti: Un automóvil de carrera es más hermoso que “La victoria de Samotracia".

Así se dan los primeros pasos de la vanguardia, aunque el momento de explosión definitiva coincide con la Primera Gran Guerra y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia.

Corrían los días de 1916 cuando en Zurich, Tristan Tzara un poeta y filósofo alemán, decidió fundar el Cabaret Voltaire. Esta acta de fundación del Dadaísmo, explosión nihilista que proponía el rechazo total. El deseo de destrucción de todo lo establecido llevó a los dadaístas a rechazarse a sí mismos y destruirse a sí mismos. Algunos de los partidarios de Dadá, encabezados por André Breton, pensaron que las circunstancias exigian no sólo la anarquía y la destrucción sino también la propuesta; es así que se apartan de Tzara e inician la aventura surrealista.

La furia Dadá había sido el paso, pero había llegado a sus límites y Bretón y los surrealistas unen la sentencia de Jean Arthur Rimbaud, que junto con Baudelaire, Lautremont, Jarry, Van Gogh y otros serán reconocidos por los surrealistas como sus "padres”.

Así surge el surrealismo, al servicio de la revolución que pretendía recuperar aquello del hombre que la sociedad, sus condicionamientos y represiones le habían hecho ocultar: su más pura esencia, su Yo básico y auténtico. A través de la recuperación del inconsciente, de los sueños, de dejarle libre el paso a las pasiones y deseos, de la escritura automática, del humor negro, intentan marchar hacia una sociedad nueva en donde el hombre pueda vivir a plenitud.

En este pleno ejercicio de la libertad que significó la actitud surrealista, tres palabras se unen en un sólo significado amor, poesía y libertad.